Asentándome
como los pétalos cayendo en mil piruetas
de lo alto de los árboles,
como el azúcar que no deja de llover
en una limonada,
como este polvo de luces incontables
que se empeña en conformarnos
como el dolor que vuelve una y otra vez
en espirales que descienden.
Asentándome
como un objeto que llega de lejos, muy lejos
a posarse suavemente en el fondo del océano
como mi mente cuando al fin del día
encuentra en el espejo claridad y paz
quietud
y gozo
por instantes.
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